Es verdad, los partidos están en crisis, en crisis de esperanza.
Sus formas vetustas de relacionarse con la sociedad, ha hecho crisis, y con ello amenaza a la misma democracia. Si los partidos no están insertos en la sociedad, se convierten en partidos "aéreos", algunos solo mediáticos. Muchos ni eso.
Es una crisis existencial, pero que no atañe a los partidos, sino a la misma democracia, a sus raíces más profundas. Se han convertido en lechos muertos, sin oxígeno, corrientes de vida que por ellos naveguen o transiten.
Solo quedan los partidos electoreros. Su práctica es sólo electoral, viven solo para lo electoral. De esta manera sus raíces se van desprendiendo de los problemas sociales de la gente, de sus luchas concretas y cotidianas.
Es más, y por esta razón, son partidos que han perdido toda vocación de transformación de sí mismo, y más aún, han sido erosionados de tal manera, que ya dejaron de perseguir la transformación de la sociedad desde la sociedad misma. Solo buscan el poder que da unas elecciones, pero el poder que viene desde la sociedad y que está en la sociedad misma, adormilada, solo en potencia, casi lo desprecian.
Y por esta múltiple razones, los partidos son refractarios al cambio, son aguas empozadas de la rutina y el hábito (el mal hábito), que educa a sus miembros para el envilecimiento más degradante: viven solo para el poder del Estado. Devienen en órganos clientelares, aprovechadores del dinero del Estado de mala manera.
Si a un partido tradicional llega un idealista, la maquinaria del mal hábito lo convierten en poco tiempo en un bagazo. La práctica que allí ve, la atmósfera que por ósmoris respira, le va quitando vida al alma de los sueños.
Lo peor es ver a un hombre que no tiene el poder envilecido por el deseo de tenerlo o conquistarlo. Cuando lo llega a tener, pobre país o patria.
Cuando mueren los sueños, el idealismo, el ser humano deja de serlo, para convertirse en mueca.
Lamentablemente, en esto convierten los partidos a sus militantes, en mueca de un ser humano. Solo quieren el poder, lo demás no importa... Bueno, lo que da el poder: dinero, prebendas.
De ahí entonces, que no es extraño que gobiernen unas criaturas sin alma, divorciadas del sentimiento de la sociedad, porque su práctica como militante estuvo divorciada de ese sentimiento antes de acceder al poder.
Dime que es lo practicas, y te diré en qué te convertirás cuando llegues al poder.
Es necesario el rediseño de los partidos, hoy anclados en el vicio del clientelismo electoral, para reconvertirlos en organizaciones con vida de la sociedad que dicen representar, palpitantes de sus problemas, necesidades y sueños por una vida mejor. Por la mejor utopía.